lunes, 6 de julio de 2009

Un día sin artrópodos (Katya Luna Cherzanowski)

Me quiero imaginar un día en este mundo actual sin artrópodos. Y me refiero no sólo a las moscas, garrapatas, cochinillas y camarones, escolopendras, milpiés y arañas, sino aproximadamente al 80% del total de las especies animales del planeta.

En la mañana por ejemplo, al mirar por la ventana, no vería el amanecer a través del fino enrejado del mosquitero, pues no habría mosquito alguno rondando cuerpos tibios para chupar sangre.

El ganchito de la cocina de donde se cuelga el matamoscas podría usarse para colgar las llaves y sobre los plátanos maduros no se vería la nube de mosquitas de la fruta.

Podría dejar sin lavar los platos de la cena con la seguridad de que no habría cucarachas ni moscas alimentándose de las migajas. No habría telarañas en las esquinas del techo y mi perro no se rascaría detrás de las orejas. Tampoco habría peligro de una picadura de alacrán al levantar la madera del patio. Y los botones de las rosas podrían abrir sin el peligro de ser devorados por un batallón de hormigas.

Las compañías químicas que producen insecticidas quebrarían y los agricultores se ahorrarían mucho dinero, los apicultores tendrían que dedicarse a otra cosa y los diseñadores de alta costura evitarían pensar en modelos elaborados con telas de seda natural.

Los peines carmenadores sólo se usarían para desenredar la lana y ya no para buscar liendres en el pelo. Uno podría correr hasta descalzo en los potreros sin temor a regresar con las piernas infestadas de garrapatas.

Por supuesto que algunos murciélagos, pájaros, lagartijas, armadillos, monos, peces, ranas, estarían en serios problemas alimenticios. También algunas tribus nómadas de Australia y la tradicional fiesta que se celebra en Taxco, donde los pobladores acostumbran subir por las laderas del cerro en busca de grasosas y suculentas chinches de campo para comerlas en tacos con salsa verde ‘molcajeteada’, ahora tendría que cambiar el menú y sustituirlo por una taquiza de guacamole en la cocina. ¡Ah! y el plato de fruta con miel de abeja estaría fuera de lugar; sin polinizadores de frutales ni productores de miel no hay nada que hacer.

(Sigue esta liga a más historias de insectos comestibles)

Los genetistas estarían en serios problemas por tener que cambiar de especie para sus investigaciones, ya que la Drosophila (mosquita de la fruta) tendría que ser sustituida por alguna especie exótica de tlaconete o de medusa; los que investigan el veneno de los alacranes se quedarían sin chamba y los lepidopterólogos (biólogos que estudian las mariposas) ya no saldrían al campo de colecta.

Estarían fuera de nuestra lista de enfermedades el mal de Chagas, el paludismo, el dengue, la tifoidea y la disentería, el tifus y la malaria.

En los libros de historia universal no se mencionaría en el capítulo de Egipto a “Khepri1, el escarabajo sagrado que le dio vida al sol. Por cierto, en México nombramos a estos escarabajos ‘rodacacas’.

Cuando uno va por la calle y observa con cuidado el piso, los arbustos, los charcos, los troncos de los árboles o mira hacia el cielo, no hay duda de que se topará con algún insecto corredor, minador de las hojas, nadador, barrenador o volador. Los insectos están ahí y en todas partes, viven con nosotros, en nuestra casa, sobre nuestros cuerpos, aprovechan nuestros alimentos e incluso para algunos somos su alimento. Pero también nosotros nos alimentamos de ellos, construimos nuestras casas en ‘sus territorios’, nos aprovechamos del fruto de su ‘trabajo’, los exterminamos cuando invaden ‘nuestros territorios’.

Los insectos no son sólo ‘bichos’; son animales que están en esta tierra desde hace 300 millones de años aproximadamente, han logrado sobrevivir a los cambios de clima; se han adaptado a casi todos los ambientes terrestres, semiacuáticos y acuáticos; han desarrollado diversas estrategias de defensa y de movimiento; tienen hábitos alimenticios y reproductores extremadamente exitosos; sus delicados órganos de los sentidos les permiten buscar el alimento, ver al enemigo, encontrar a la pareja para aparearse, vivir en colonias o reconocer su nido.

Pero no solamente están en el exterior de nuestras vidas; también nos acompaña en los ámbitos íntimos del arte, de la filosofía, de las creencias, en los nombres de las cosas y de los lugares que tienen significados para nosotros.

¿Qué harían los poetas sin insectos? ¿Qué hubiera dicho Carlos Pellicer en estos poemas para niños?

Los insectos voraces,
en violentos motores
paralizan sus máquinas entre
un ramo de flores

o en La noche telegrafía con grillos a las montañas. ¿Y Las moscas de Antonio Machado?

Quizá tampoco Franz Kafka hubiera escrito Metamorfosis.

¿Qué pasaría en la música, en la pintura, en las artesanías? Con Madame Butterfly, Cri Cri, los petroglifos paleolíticos de las Cuevas de la Araña en España2, los bordados y tapetes de Oaxaca con diseños de insectos y alacranes? ¿Existirían los nombres de Jumiltepec, Papalotla, Chapultepec o Papaloapan?

¿Qué haríamos los maestros sin poder echar mano de las metáforas, fábulas, y los ejemplos de pulgas, abejas y hormigas?

En un mundo como éste, sin insectos, sin artrópodos, no sería posible la vida. La fina trama alimenticia está sustentada en gran parte por estos invertebrados: como zooplancton, como consumidores primarios y secundarios, como polinizadores, vectores, degradadores. El paisaje también sería otro; los sonidos, los olores, los colores y las formas de la naturaleza.

Me pregunto si valdría la pena acercarnos y detenernos a mirar con cuidado a estos protagonistas, a los que están frente a la vista o bajo el microscopio. Quizá sea interesante tener cerca bibliografía ilustrada sobre la vida de los artrópodos. Quizá pudiera ser conveniente tenerla junto al diccionario, a los libros de historia y a la enciclopedia, junto a los cuentos en el librero del salón de clases.

Podríamos pensar en actitudes distintas sobre la manera de ver y establecer relaciones con los artrópodos, con los demás animales con los que compartimos esta Tierra.

El canto de los grillos
en la noche,
el zumbido de los abejorros
en las mañanas soleadas,
están ahí.

Sobre estos y otros temas interesantes de artrópodos, particularmente de insectos, les invito a leer en la colección Los Insectos Bajo el Microscopio, donde se les relata y se les ilustra de manera por demás amena e interesante.

*Reseña de la colección de ocho volúmenes Los insectos bajo el microscopio. Correo del Maestro-La Vasija, México,2001.

Notas

1imagen de Scarabeus sacer empujando al sol a través del cielo, Cloudsley-Thompson, Insects and History,p.207.
2Ver imagen en Cloudsley-Thompson,Insects and History,p.209

Tomado de El Correo del Maestro. 68 (enero 2002)

1 comentario:

  1. Me parece interesante lo que escribe la biologa Katya Luna, quisiera comunicarme con ella, mi correo es raul.ledesma@imss.gob.mx

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